Conquistar el Mundo

Frio y calculador para los que me aprecian; Insensible, falso y sobretodo manipulador para los que no me aprecian. En algun caso alguna persona ha llegado a calificarme de sensible. El alcohol (o el enamoramiento, que es bastante peor que la borrachera) debia nublar de forma importante su juicio en ese momento. Otros datos mas objetivos: varon, nacido en 1978, residiendo en Barcelona.

lunes, junio 19, 2006

I just love it when a plan comes together!

Nadie habría osado considerar un cobarde al capellán Alexander, veterano de cientos batallas. Aun así, esta vez no las tenía todas consigo.

Los informes de sus exploradores avanzados no contribuyeron a tranquilizarle. La fortaleza de Lord Bailén había sido ocupada por los invasores y las banderas del Caos ondeaban en sus tejados.

Alexander confiaba en poder reunirse con los defensores para reforzar sus escasas fuerzas antes de enfrentarse a las hordas demoníacas. No dudó ni un segundo que todos los hermanos ultramarines murieron defendiendo el castillo sin dar un paso atrás. Rezó una plegaria por sus almas y una vez más estudió sus mapas.

Se enfrentaba a una fuerza de los Guerreros de Hierro, especialistas en lucha de asedio reforzados con elementos desconocidos de los Eldars Oscuros. La ciudadela estaba fortificada por todos sus lados, así que un asalto frontal era inevitable. Le preocupaban también sus flancos, pues conocía la velocidad de los eldars y su capacidad para contraatacar inesperadamente.

Los informes desde las ThunderHawk de los Devil Bolters confirmaron sus impresiones. El terrero en su ala izquierda era propicio para un avance y una fuerza rápida enemiga se estaba concentrando allí. El capellán Auburn, líder de los Devil Bolters también era de la misma opinión, se enfrentaban a un clásico despliegue de base de fuego y fuerza de flanqueo.

Los Devil Bolters eran una unidad de nueva creación, sin duda faltos del “esperit de corps” que sólo un capítulo legendario como los Ultramarines pueden atesorar, pero sus mandos parecían competentes y el plan que le propusieron le pareció tan osado como inesperado.

Razonó que tampoco el enemigo esperaría semejante maniobra, y que esa sorpresa táctica era posiblemente su única opción contra un enemigo atrincherado en terrero favorable. Así pues, rehusó el flanco donde esperaba el contraataque, formó a sus escasas fuerzas en línea y nuevamente elevó sus rezos al Emperador.

Alexander se reunió con su escuadra de asalto. Un marine ponía a punto su pistola de plasma, otro cambiaba la batería de su vibroespada. Algunos llevaban combatiendo con él más de 10 años, no necesitaban ningún parlamento para enardecerles, tan solo una orden.

-¡¡¡Hijos de Ultramar, a la caaaaaaaarga!!!

Todos activaron a la vez sus retrorreactores, lanzándose hacia el enemigo mientras los vehículos se movían hacia delante vomitando fuego sobre las posiciones enemigas.

El pequeño grupo de exploradores infiltrado en el bosque logró alcanzar a un grupo de eldars parapetados en un edificio en ruinas, matando a uno de ellos con un misil de fragmentación. Sin embargo, ni los cañones láser del Land Raider y el Razorback ni los cohetes de los Whirlwinds causaron ningún daño a las atrincheradas fuerzas del mal.

La respuesta desde el otro lado fue brutal. Un infierno de fuego se abatió sobre los Ultramarines. Un Razorback explotó y un Rhino quedó inmovilizado al romperse una de sus orugas. Pero aun peor fue la pérdida del Land Raider, que se incendió al ser impactado su reactor. El comandante Alfred y su escuadra se vieron obligados a desembarcar precipitadamente. Comprobaron con horror que la línea enemiga estaba muy lejos aun. ¿Serían capaces de atravesar el campo de batalla bajo el infernal fuego de los Guerreros de Hierro?

A pesar de provocar la destrucción de la mayoría de los vehículos de apoyo del enemigo, las fuerzas del Caos se movieron con cautela. Si bien lanzaron hacia delante su draconte y los motoristas que le acompañaban, mantuvieron en reserva en el flanco los rapaxes. Los tres deslizadores eldar se desplazaron hacia el centro, para bloquear a cualquier marine que lograse llegar hasta la línea de búnkeres.

Lo que Alexander vio a continuación hizo cambiar por completo su opinión de los Devil Bolters. Escuchó por primera vez lo que los veteranos llaman la rapsodia de las cápsulas.

Cada cápsula de desembarco produce un silbido agudo que crece en intensidad a medida que se aproxima al suelo. Sólo en el último momento, para evitar en lo posible las defensas antiaéreas, se encienden los reactores en la base que añaden los tonos graves. El aterrizaje es en realidad un violento choque, que hace temblar el suelo en medio de sonidos metálicos de aplastamiento. Inmediatamente, el sonido de los bolters de los vehículos y de las tropas transportadas y los gritos de los heridos completan la melodía.

Hasta 4 cápsulas de los Devil Bolters tomaron tierra, rodeando el Incursor de mando de los Eldars Oscuros, en el mismísimo centro de las posiciones enemigas. Desde luego, esa forma de lanzarse al ojo del huracán nada tenía que envidiar al legendario valor que se atribuía a los Ultramarines.

La visión de 40 marines espaciales saltando de las cápsulas le pareció a Alexander una de las cosas más bellas que había presenciado en un campo de batalla.

Los exploradores fueron los primeros en reaccionar. El especialista Hudson lanzó un misil perforante sobre el Incursor de Mando. Uno de los estabilizadores fue alcanzado y el vehículo se precipitó al suelo.

El arconte Aldis empujó histéricamente a sus guardaespaldas y saltó del vehículo. Tan solo un íncubo logró seguirle, el resto murieron entre los restos incendiados del vehículo o saltaron sobre los marines que les rodeaban, que acabaron con todos.

Viendo al comandante enemigo arrastrándose conmocionado por el suelo, los Devil Bolters atacaron objetivos más peligrosos. La escuadra Bravo-1 acribilló al grupo de bestias de disformidad, acabando con todas ellas, incluido su domador.

El lanzallamas de la escuadra Bravo-2 barrió un grupo de eldars que ocupaban un bunker. Los que no fueron calcinados por el fuego cayeron a causa de los disparos de bolter.

Bravo-3 atacó la otra unidad de eldars oscuros parapetados tras un muro. El lanzallamas no resultó tan efectivo como en un espacio cerrado, pero combinado con los bolters lograron matar a la mitad de los guerreros.

Bravo-4 disparó contra un grupo de marines espaciales del caos. Pese a su trinchera y su servoarmadura, 4 de ellos fueron abatidos, reduciendo la unidad a solo 2 hombres.

Comprendiendo que el centro del mapa esta razonablemente seguro, el capellán Auburn aterrizó en el lado izquierdo, para romper la maniobra de flanqueo de las motocicletas a reacción.

Una escuadra táctica de Ultramarines se reunió rápidamente con él, mientras un Land Speeder pasó rugiendo sobre ellos disparando sus armas sin cesar. Un whirlwind se unió al ataque y cuando se dispersó la nube de polvo provocada por su andanada de cohetes, solo un acobardado motorista y el draconte seguían con vida.

“Ningún plan sobrevive al primer contacto con el enemigo” reza una de las máximas que enseñaban en todas las academias militares terrestres bastantes siglos atrás. Y desde luego, en el año 40.000 conservaba toda su vigencia. La base de fuego lineal y el gancho de derecha previsto por Aldis ya no era posible; un puñado de marines aparecidos de la nada en mitad de sus fortificaciones habían arruinado el plan.

Era el momento de tomar decisiones, y las fuerzas del caos las tomaron. Todas sus fuerzas convergieron sobre los marines desplegados en una suerte de semicírculo alrededor de Aldis.

Dos arrasadores del caos se teletransportaron, atacando con rifles de plasma a los marines en un intento de salvar al Arconte

Un grupo de mandrágoras se materializaron al lado de los marines y cargaron contra ellos. Las dos escuadras dañadas en el tiroteo anterior (una de guardianes eldars y otra de marines espaciales) abandonaron sus trincheras y cargaron también. Por último, el segundo incursor aceleró y una escuadra de aullantes brujas saltaron de él para unirse a la gigantesca meleé.

La lucha fue salvaje. El empuje de las brujas y los guerreros eldar logró quebrar una escuadra de marines, pero 40 servidores del Emperador eran demasiados incluso para ellas. Los marines del caos fueron violentamente rechazados. Uno de ellos murió y el otro huyó antes de poder causar bajas. Las mandrágoras causaron bajas a otra escuadra, pero sin lograr una victoria decisiva.

Los rapaxes del caos, acompañados por dos poderosísimos Señores del Caos alados también se movieron hacia la zona, pero su posición alejada les impidió actuar.

El draconte maldijo a su cobarde escolta que se retiró a toda prisa y cargó contra el Land Speeder, logrando derribarlo al dañar los reactores con su agonizador. Auburn se encargó de vengarlo… Abandonó a los ultramarines que habían acudido a protegerle y activó sus retrorreactores para volar sobre una colina. Aterrizó suavemente frente al draconte y alzó su pistola. Su mirada se cruzó un segundo con la del pérfido eldar antes de convertirlo en carne quemada con una bola de plasma.

Una nueva cápsula de desembarco silbó en los cielos y tomó tierra junto a las demás, en el centro de la batalla. Más marines desembarcaron y, dispuestos a terminar rápido, dispararon contra Aldis. Ni su capa de sombras pudo protegerle de semejante tormenta de plomo y cayó muerto junto a sus íncubos.

Alexander entonó las letanías de odio y dirigió a sus huestes contra las brujas. Personalmente partió por la mitad a una ellas con su Crozius Arcanum, mientras el resto de marines lograban matar a varias más. Faltas de moral al ver caer a su Arconte a pocos metros, trataron de retroceder, pero fueron aniquiladas en la retirada.

Las mandrágoras y los guardianes, pese a ser buenos luchadores, eran incapaces de hacer frente a tantos marines y también fueron eliminados.

Hudson mostró una vez más su pericia y derribó un Devastador Eldar Oscuro con otro misil perforante. La artillería marine logró alcanzar el incursor de las brujas y hacerlo explotar también.

Lord Bernardus estaba al mando del contingente del Caos. Había seguido estrictamente las instrucciones de Aldis en esta batalla. Aun conservaba una buena parte de sus fuerzas, pero se dio cuenta que el aerodeslizador que acababa de explotar delante suyo era la última unidad eldar… Solo ante el enemigo, Bernardus demostró que también sabía improvisar… Batió sus alas y ordenó a las rapaxes retirarse.

“Los eldars oscuros se pasaron al enemigo y atacaron a mis hombres. Algunos valientes fueron asesinados por la espalda, pero logramos acabar con todos los traidores, ni uno sólo logró sobrevivir. De los marines no se sabe nada, abandoné mi posición para informarle de la traición de los eldars antes de que pongan en peligro a otros servidores del Caos”. Tal vez incluso le darían un puesto más importante en la legión gracias a ese informe o si no… al menos llegaría a tiempo para cenar en el cuartel general.


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