Las borrachas y las niñas siempre dicen la verdad

Después de años sin apenas noticias de una vieja amiga, nuestros caminos, o al menos nuestras voces, han vuelto a cruzarse.

Ella confesó haber bebido esa noche mucho más de lo razonable. Su discurso era extremadamente incisivo, y pese al ron, conservaba toda la lucidez de un cerebro muy inteligente.

Bien entrada la madrugada, repasamos nuestra veintena larga de años de historia en común. Amargamente reconoció, se reconoció a si misma en realidad, que toda su vida había sido la búsqueda de la cordura, la evitación de su pánico a volverse loca.

Una familia, un reconocimiento laboral y social, un piso de propiedad... había conseguido todas las metas que se propuso, y ahora se da cuenta que todo eso no le sirve absolutamente para nada.

Su familia sólo se mantiene por su férrea determinación de conservarla. Todos sus amigos y conocidos envidian su aparente buena relación con su marido, aunque más alla de las apariencias sólo hay dos personas viviendo vidas muy alejadas.

Su trabajo, dignamente remunerado, la deja totalmente vacía. Sus inquietudes intelectuales están mucho más allá de lo que le ofrece ese puesto.

Y el piso de sus amores en el barrio ideal de la ciudad perfecta es una soga que le estrangulará durante 30 años...

No luchaba por sus sueños, luchaba por los deseos de los demás... Anhelaba ingenuamente ser simplemente "normal". Y ahora que tiene todo lo que la gente "normal" quiere, sigue sientiéndose de otra galaxia...

En su atormentada biografía hay varias huidas ya, escapadas sin rumbo que le permiten salir de los muros que ella levanta a su alrededor, pero que irremisiblemente fracasan... No se puede huir de uno mismo...

Yo intenté inyectarle una dosis de mi proverbial optimismo, pero la charla era en verdad un monólogo, ella necesitaba hablar con alguien que le escuchase, no más consejos ni sermones. Nos despedimos con el compromiso de no dejar pasar mucho tiempo hasta nuestro próximo encuentro.

La reflexión es inmediata: la normalidad, la adaptación al modelo dominante en nuestro entorno no siempre es la opción más adecuada. Hay veces que simplemente hay que buscar aquello que de verdad nos complace, sin prestar mucha atención a los que nos consideren raros o locos.